¿Qué papel cumple la saliva en nuestra salud bucodental?
La saliva es un líquido incoloro segregado por las glándulas salivales que se encuentran en nuestra boca. Existen tres pares de glándulas mayores, la parótida, submaxilar y sublingual; y las menores, muy numerosas pero mucho más pequeñas, que se sitúan en los diferentes órganos de la cavidad bucal, llamadas labiales, vestibulares, palatinas y linguales.
La saliva desempeña un importante papel en la digestión y la salud oral en general:
- Actúa como película protectora y limpia los dientes
- Favorece la degustación
- Ayuda en la deglución y la digestión
- Efecto lubricante y mineralizante
- Propiedades inmunológicas antibacterianas, antifúngicas y antivirales
- Contiene un factor de recuperación de la epidermis que ayuda en la cicatrización de heridas
Varios componentes de la saliva como las proteínas lisozima, peroxidasa, lactoferrina y la inmunoglobulina G, tienen un efecto directo contra las bacterias responsables de la caries dental.
También ayuda a neutralizar los ácidos presentes en la boca, manteniendo constante el pH oral. Protege tejidos bucales contra la acción de los ácidos provenientes de la comida o la placa dental (acción buffer).
En aquellas personas con prótesis dentales la saliva les ayuda en la retención de estas (dentaduras postizas), actuando como un fluido de protección de los tejidos blandos restantes.
La saliva se compone en más de un 95 % de agua y el resto lo integran moléculas orgánicas e inorgánicas como el fósforo, calcio y magnesio que se requieren para la remineralización de los tejidos dentales.
La cantidad de saliva que se forma al día en nuestra boca en situación normal en una persona sana adulta es de entre 900ml y 1,5 litros, considerando que existe un exceso de la misma si se exceden estos límites. Por el contrario, el flujo de saliva puede ser bajo, ocurre cuando la persona nota la boca seca habitualmente (xerostomía), y esto puede deberse a factores fisiológicos o patológicos, como por deshidratación, tabaquismo, diabetes, estrés, por la ingesta de determinados medicamentos, etc. Los dientes, en este caso, van a verse atacados rápidamente por bacterias, con la consiguiente aparición del mal aliento (halitosis) y la caries. Además, si no se soluciona el problema en un período corto de tiempo, puede degenerar en enfermedades graves como la periodontitis o gingivitis.
Una manera fácil para producir saliva es masticando chicle sin azúcar, comiendo alguna cosa o bebiendo agua.
Os queremos recordar que para eliminar las bacterias nocivas que atacan nuestra boca no será suficiente con la acción antimicrobiana natural de la saliva, y por eso debemos acompañar este efecto con una correcta higiene bucal.
Cepillarse los dientes y la lengua después de cada comida y enjuagarnos con colutorios servirá para eliminar esos restos de microorganismos nocivos para nuestros dientes y encías que nuestra saliva no pudo destruir.