Hábitos de higiene bucal en los niños
Para conseguir que el cuidado de la boca de un niño, su limpieza después de cada comida y su observación sean un hábito es muy importante empezar a trabajar en ello desde que salen los primeros dientes y esa, es una labor que han de desempeñar los padres con el ejemplo, la constancia y la rutina diaria.
Hasta los siete u ocho años, el niño no tendrá la suficiente autonomía para mantener una higiene bucal adecuada pero podemos aprovecharnos del deseo del pequeño por imitar la conducta de sus padres, y a la hora de lavarnos los dientes después de cada comida el niño también tendrá su pequeño cepillo blando y crema dental adecuada a su edad para que de una forma divertida adquiera esta costumbre que irá perfeccionando con el tiempo.
Ha de hacerse de manera natural, igual que nos sentamos a la mesa para comer y nos acostamos en la cama para dormir, pues de la misma forma utilizamos el lavabo del baño para que el niño, con un pequeño alzador, pueda iniciar rutinas de higiene como lavarse la cara, las manos y los dientes. Lavarse los dientes no ha de parecer algo arduo o una tarea incómoda u obligatoria que el niño pueda rechazar y tampoco hay que recompensarle por que se lave los dientes, simplemente ha de ser una actividad normal dentro de la vida cotidiana de la familia.
Progresivamente iremos observando como adquieren la costumbre porque a los niños les encanta observar a sus padres e imitarles para sentirse mayores y es importantísimo que sepan que después de lavarse los dientes ya no se puede comer.
Es entonces el momento de ir perfeccionando con paciencia la técnica y les enseñemos a no morder el cepillo, que hay que frotar de forma vertical desde la encía a los extremos del diente y por todas las caras del diente, que las muelas se han de cepillar con movimientos horizontales hacia delante y hacia atrás y que también cepillamos la lengua. Nuestro ejemplo hará que aprendan a tener una buena higiene bucal, pero no vamos a decir que sea fácil, con los niños se necesita constancia y perseverancia, además de emplear mucho tiempo y tener paciencia.
A partir de los tres años ya empiezan a dominar la técnica aunque como con todo, quieren terminar cuanto antes por lo que es conveniente tener un cronómetro o reloj de arena a mano para que sepan que tienen que estar cepillando los dientes unos dos minutos. Más adelante y por la costumbre el reloj deja de ser necesario, y podremos eliminarlo.
Es normal que la tarea de lavarse los dientes deje de motivarle y tenemos que utilizar pequeños trucos como comprar un cepillo nuevo divertido o un vaso e enjuague de algún personaje que le guste para que vuelva a tener interés en la tarea. Los juegos siempre son el mejor recurso; imitar cada día a un animal que se lava los dientes; poner nombre a cada diente y nombrarlo a medida que lo limpiamos; los gráficos con pegatinas que se utilizan cuando se le quita el pañal también son útiles para concederles estrellas cuando recuerda por sí mismo que tiene que lavarse los dientes; tener una canción de ir a lavarse los dientes también es una ayuda; el espejo es imprescindible y nunca hay que reñirle porque lo manche, al contrario, que se observe mientras se lava los dientes pues los espejos les encanta; repasar el menú que hemos tomado a la vez que vamos retirando sus restos de la boca… Cualquier otro juego es válido siempre que sea de ánimo.
La principal tarea de los padres es compartir con sus hijos hábitos de vida saludable y enseñarles con paciencia a adquirirlos.